Por Felix Ordeig, AIB
A lo largo de 2022 y 2023 se han publicado en este Blog interesantes aportaciones sobre Simplificación Simultánea por parte de Cristina Amils y sobre Interpretación Simplificada a cargo de Edwina Mumbrú, con la colaboración en ambos casos de nuestra colega Myriam Nahón, quién inició la práctica de esta modalidad de interpretación en Israel allá por el año 2017, a fin de facilitar la accesibilidad cognitiva a personas con discapacidad intelectual. Recomiendo vivamente la lectura de ambos textos para entender mejor el origen y los objetivos de lo que en su día también se denominó “interpretación fácil”, para establecer un paralelismo con el concepto ya establecido de “Lectura Fácil”.
Gracias al empeño de Myriam y al apoyo financiero de ESPaiic, amén de las gestiones y la labor de incidencia de las colegas responsables de los programas de interpretación en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) se pudo concretar y programar un cursillo intensivo de dos días y medio a fin de aproximar a un grupo de intérpretes profesionales a lo que de ahora en adelante preferimos llamar “Interpretación a Lenguaje Sencillo” (a fin de evitar apriorismos debido a la posible carga negativa del término ‘simplificado’ en lengua española). En inglés se hace referencia a “Plain Language”.
El cursillo – a cargo de Myriam Nahón – finalmente se celebró a finales de enero en la Facultad de Traducción e Interpretación (FTI) de la UAB, a cuyo decanato hay que agradecer el haber puesto a nuestra disposición y de forma gratuita una de las salas con cabinas para la práctica de interpretación simultánea de las que dispone la FTI, y quisiera en este texto reseñar aquí mi impresión como participante en este aprendizaje, que al menos para quien escribe resultó una experiencia muy enriquecedora, aunque nada fácil.
Éramos unas 15 personas, todos profesionales en activo y con bastante diversidad: desde intérpretes con una larga trayectoria y con muchos años de oficio a sus espaldas, hasta jóvenes en los inicios de su andadura profesional, todavía pre-candidatos de AIIC (con esa salvedad; una de las condiciones para participar en el cursillo era ser miembro activo de ESPaiic). Bastantes personas además también tenían experiencia docente, no sólo en formación en interpretación de conferencias sino también en interpretación en los servicios públicos. Esta diversidad, este “mix”, a mi entender dio altura a los debates y comentarios durante las sesiones.
La primera jornada fue una clase magistral para aclarar conceptos y disipar una cierta confusión y algunos malentendidos, que pueden estar arraigados ya que muchos de nosotros no estamos muy familiarizados con el mundo de la discapacidad intelectual. Al respecto cito una definición de dicha discapacidad acordada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que creo deja el punto de partida muy clara:
“La discapacidad intelectual es aquella que presenta una serie de limitaciones en las habilidades diarias que una persona aprende y le sirven para responder a distintas situaciones en la vida. Se hace más fácil de llevar si su entorno ayuda a hacerles más sencillas las cosas. A las personas con discapacidad intelectual se les hace más complicado aprender, comprender y comunicarse. Es irreversible, es decir, dura para toda la vida y no solo es un impacto que sufre el individuo, sino también es un reto muy fuerte para toda su familia. Es importante decir que la discapacidad intelectual no quiere decir que las personas sean enfermas, son personas como nosotros con muchos sueños en la vida y ganas de alcanzarlos, si se reúnen las condiciones adecuadas pueden progresar y lograr objetivos”.
Por tanto, es preciso subrayar de entrada que a la hora de abordar el tema hay que adoptar un enfoque basado en los derechos de estas personas (recordar que desde 2008 está en vigor la Convención de la ONU sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD), con un Comité que vela por su aplicación). Eso conlleva evitar tanto faltar al respeto, como actitudes condescendientes, o caer en la infantilización. Evitar también términos como personas “normales”, en contraposición a quienes tienen una discapacidad, siendo preferible el referirse a personas “sin discapacidad”.
Dentro de la Discapacidad Intelectual (D.I.) hay diversos niveles, que se miden por el Coeficiente Intelectual (C.I.): Leve 55 a 70; Moderado de 35 a 55; Grave de 20 a 35 y Profundo menos de 20. La Interpretación a Lenguaje Sencillo tiene como grupo objetivo a las personas con niveles Leve y Moderado.
A nivel de pautas a seguir, lo que prima es adaptarse a las necesidades de las personas que nos escuchan:
También es importante la adaptación lingüística, cuidando el vocabulario y que sea coherente, prefiriendo términos más comunes, explicando y/o dando ejemplos, evitando palabras que puedan ser abstractas (2 ejemplos: mejor ‘de muchos países’ que ‘internacional’; mejor ‘de animales y plantas’ que ‘biodiversidad’). En cuanto a sintaxis, preferir el verbo activo al pasivo, sustantivos a pronombres, y cuidado con los conectores (ej.: pero mejor que "sin embargo" o "no obstante"). Hay que evitar metáforas o refranes: nada de "estar en las nubes" o que algo "cuesta un ojo de la cara".
Igualmente hay que facilitar la comprensión conceptual: evitar abstracciones, manejar cifras, fechas y cantidades con cuidado (por ej.: más/menos que o mucho/poco por "la mitad", "el doble", "tres veces más"). Lo mismo vale para conceptos del tiempo. Una regla básica es primar la desambiguación. A veces sirve usar preguntas y respuestas.
También es muy importante tener en cuenta el habla: hay que hacerlo de forma natural, pero con dicción lenta y clara, cuidando la entonación como forma de reflejar el sentido.
Un ejercicio práctico muy interesante y revelador de las dificultades y retos fue adaptar a Lenguaje Sencillo una serie de diferentes textos, que sirvió para concienciarnos de las pautas ya indicadas; el trabajo en grupo y la consiguiente evaluación y crítica constructiva fue de gran utilidad.
La segunda jornada estuvo dedicada íntegramente a la práctica de interpretación simultánea, de español a español sencillo, usando los mismos textos que se habían trabajado durante la jornada anterior, pero leídos por oradoras en video a ritmos distintos. Para mí – y quiero subrayar que mi opinión es estrictamente personal, otras participantes posiblemente tengan una visión diferente – resultó todo un desafío, casi como volver a los días de mi formación como intérprete, y un baño de humildad: incluso en este entorno seguro y controlado me di cuenta de que la necesidad de añadir una “capa de procesamiento” adicional a los que ya abordamos en nuestra tarea durante la interpretación simultánea representa una considerable dificultad cognitiva. Amén que muchas de las pautas descritas están reñidas con automatismos adquiridos en simultánea; hace falta siempre tener en cuenta como algo primordial la necesidad de comunicar el mensaje original de una forma inteligible para el público, por encima de la tendencia a hilvanar un discurso con frases a veces sintácticamente complejas, buscando la elegancia en la expresión.
Al reflexionar sobre esa necesidad de elegir cuidadosamente el lenguaje a utilizar, siendo siempre respetuosos, me vino a la memoria una entrada reciente en el Blog de nuestra colega Michelle Hof , Learning about Inclusive Language. No se refiere en absoluto al colectivo que nos ocupa, pero sus reflexiones son válidas para nuestro caso.
Quedó claro que es necesario hacer mucha práctica con compañeros de profesión, preparando glosarios específicos (¡ya se está gestando uno!) y haciendo ejercicios de traducción a la vista que puede ser valioso.
La última mañana tuvimos la ocasión de conversar con representantes de DINCAT, una entidad que defiende los derechos e intereses de personas con D.I. en Catalunya y que está federada con Plena Inclusión, una ONG que en España será nuestra principal interlocutora en el sector. Myriam hizo un brillante ejercicio de interpretación simultánea a Lenguaje Sencillo para los presentes, una primicia, ya que es importante recordar que fuera de Israel esta modalidad no se ha practicado jamás, y en España estamos haciendo una prueba piloto que esperamos tenga continuidad a medio plazo en otros países. Es importante recordar que el sector de personas con D.I. son quienes deberán validar nuestra labor, indicando si responde a sus necesidades – y esta validación incluirá eventuales glosarios y términos que vayamos a utilizar.
¡Por ahora está casi todo por hacer!
Al contrario de la Lectura Fácil, con unas pautas validadas e incluso con una Norma ISO, la Interpretación a Lenguaje Sencillo está en ciernes. No obstante yo salí del cursillo de formación – muy bien planificado y organizado, es menester decirlo, con un aprovechamiento óptimo del poco tiempo del que disponíamos – con entusiasmo, habiéndolo pasado bien y con ganas de practicar más, con la esperanza de que se convierta en un instrumento eficaz e incluso habitual para mejorar la accesibilidad de los ciudadanos de nuestro país con discapacidad intelectual, en numerosos ámbitos de la vida cotidiana, del mismo modo como en los últimos años se ha generalizado el uso de la interpretación a las Lenguas de Signos para el beneficio de personas con discapacidad auditiva. ¡Esperemos que ese día no está lejos!
No puedo concluir sin una reflexión alertando sobre algunos riesgos que es preciso tener en cuenta: esta modalidad la tienen que ejercer intérpretes de conferencia – o de servicios públicos en algunos casos – que se hayan formado y hayan practicado a conciencia y en estrecha colaboración con representantes del sector, y evitar un intrusismo por parte de profesionales mediocres que puedan socavar la reputación de este nuevo modelo todavía en sus inicios.