Por Pilar García-Crecente, intérprete de conferencias, AIB
En plenas
vacaciones me resulta difícil concentrarme y escribir un artículo mínimamente
digno para el blog de AIB, sobre todo después de que Hugo dejase tan alto el
listón en su última entrada. Así que pido disculpas de antemano por no estar a
la altura.
Lo cierto es que he
pasado unas cuantas semanas sin trabajar (por cierto, esto es lo bueno y
también lo malo del autónomo) y bastante apartada del mundanal ruido en un lugar
precioso, apartado e inmerso en un valle de la Galicia rural, donde el tiempo
se detiene y los días vienen marcados por las golondrinas que vienen a beber en
bandadas por la mañana y a última hora de la tarde. Aquí la interpretación de
conferencias parece algo de otro tiempo y el único contacto con el mundo
laboral son algunos clientes que no parecen irse de vacaciones, a los que hay
que atender y apoyar, y este artículo que debo escribir sin falta. Pero la
procesión va por dentro, o mejor dicho, ¡la profesión!
Así que cuando
estamos conversando debajo del hórreo sobre los pájaros que nos sobrevuelan, a
la intérprete que una lleva dentro no le queda más remedio que apuntar los nombres
que otros sueltan en gallego para más tarde buscarlos e intentar
recordarlos (¡qué difíciles me resultan
los nombres de las aves!)
Andoriñas, lavercas, anduriñons, curuxas, mouchos, bufos,
pombos, alfaneques…
La charla continúa,
pero el pensamiento va por otros derroteros: ¿en qué se diferencia la lechuza
del mochuelo? ¿Y el búho? ¡Qué bonita palabra andoriñas! ¡Qué bien suena! ¿Golondrinas en inglés, swallows, verdad? ¿En italiano rondini? En catalán son orenetes, ¿y en portugués igual que en
gallego? Ahora toca revisar cuantos más nombres de aves mejor en los demás
idiomas de trabajo; listas y listas de términos e imágenes para intentar
fijarlos en la memoria; la intérprete siente una comezón incómoda que solo se
calma delante del ordenador intentando aprender lo que no sabe, o recordar lo
que ha olvidado.
Este verano las
conversaciones nocturnas bajo el hórreo se han visto aderezadas por la
presencia de un invitado lituano con quien nos comunicamos en inglés y a quien
intentábamos hacer partícipe de lo que acontecía. Siendo probablemente la
primera vez que venía a la comarca alguien procedente de Lituania, es
comprensible que fuese sometido a un interrogatorio exhaustivo que, gracias a
la presencia de la intérprete, se resolvió con más gloria que pena, ¡eso sí, en
inglés! Para satisfacer esa lógica curiosidad por su país, su cultura y su
reciente historia, la interpretación consecutiva resultó ser la mejor
herramienta, así todo el grupo de oyentes recibía la información y esperaba
pacientemente la prestación de la intérprete, disfrutando en vivo y en directo
de esa profesión que por estos lares sigue siendo una auténtica rareza.
En cambio, cuando
la presencia de nuestro amigo lituano se diluía y los temas de conversación
pasaban de las aves a lo humano y lo divino, un suave susurro ininterrumpido acompañaba
las charlas hasta bien avanzada la noche consiguiendo que su cara reflejase
alegría, interés o preocupación en sintonía con los demás rostros.
Ha sido muy curioso
ver cómo mi profesión, que algunos nunca habían entendido muy bien, permitió
que reinase el entendimiento, el buen humor, que disfrutasen de la mutua
compañía y que hasta se olvidasen de que no estaban hablando el mismo idioma.
Yo me he quedado
con la espinita del idioma lituano, reconozco que me ha entrado la curiosidad y
he preguntado ya cómo se dice “conversaciones debajo del hórreo”. ¿Seguro que
es Pokalbiai po pavėsine? ¿Corresponde
Pavėsinė a hórreo? ¿Cómo se diría
hórreo en inglés? ¿Y en italiano?...y otra vez empieza esa comezón que
afortunadamente siempre nos acompaña.
Dentro de muy poco
volveremos a esa profesión que tan afortunados somos de disfrutar, ¡os deseo
una feliz vuelta al trabajo!
Sėkmės grįžtant į darbą
¡Espero haberlo
escrito bien!
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