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Wednesday, November 29, 2023

Lenguas y música (II)

Por Cristina Amils, AIB

Hoy me gustaría adentrarme un poco más en la conexión que pueda existir entre los intérpretes de conferencias y los músicos. Como ya comenté en la primera parte de este artículo, me sorprende la cantidad de colegas de profesión que se dedican activamente a la música, de manera más o menos profesional y eso me lleva a pensar que algunas funciones de nuestro cerebro deben coincidir en ambas actividades. 

De entrada, los puntos en común entre unos y otros los podemos encontrar en el procesamiento auditivo. Cuando un músico escucha o interpreta un tema tiene que recurrir a la percepción e interpretación de estímulos auditivos complejos, mientras que un intérprete también tiene que recurrir a su capacidad auditiva para escuchar la producción oral del original y, a la vez, reproducir su equivalencia en otro idioma.

La memoria de trabajo es una herramienta que ambas profesiones utilizan de forma intensa. Mientras que un músico tiene que retener patrones, secuencias y estructuras musicales en su memoria mientras toca, el intérprete hace lo mismo con las secuencias de información que va recibiendo durante su trabajo.

Ambas actividades requieren procesar el lenguaje, aunque sea de forma diferente. Los músicos necesitan el lenguaje para leer las partituras y traducirlas en tiempo real en música, igual que los intérpretes necesitan el lenguaje para procesar rápidamente y de forma activa los contenidos que perciben y trasladarlos a otra lengua.

Por lo tanto, el multitasking y el control cognitivo son imprescindibles para ambos para desarrollar su actividad. Mientras que el músico tiene que controlar el manejo de su instrumento a la vez que el ritmo, el fraseo y el tempo, el intérprete tienen que escuchar, entender/analizar y reproducir un mensaje en pocos milisegundos. Todo esto requiere una atención y concentración permanentes, que permitan sostener el ritmo constante necesario para la producción musical o lingüística.

La formación y práctica constante de los músicos y de los intérpretes pueden provocar cambios neuroplásticos en el cerebro. La plasticidad del cerebro de un músico y de un intérprete, por lo tanto, puede llegar a ser superior a la de otras profesiones.

Precisamente parecen existir algunas coincidencias en las áreas del cerebro implicadas en la producción de música o en la interpretación simultánea. Las áreas del cerebro con mayor actividad a la hora de interpretar podrían ser la corteza motora, premotora, así como una parte del área de Broca y de los ganglios basales. En los músicos, se activan especialmente la corteza motora y prefrontal, así como las áreas de Broca y Wernicke y el sistema límbico.

Parece, por lo tanto, que a músicos e intérpretes nos unen algunos elementos y tendencias y que tendemos a ejercitar acciones similares. No sé si sirve como explicación genérica, pero en todo caso tiendo a pensar que no es pura coincidencia que seamos unos cuantos los que nos dedicamos a ambas actividades. 

Lo que sí puedo afirmar por experiencia propia es que tanto la interpretación de conferencias como la producción musical exigen mi concentración absoluta y frenan el flujo natural de pensamientos que toda persona tiene durante el día. La diferencia que observo es que la música me ofrece una gran libertad creativa y genera una potente energía positiva, comparable solo con pocas otras cosas. 

Aquí acaba esta miniserie de dos artículos sobre lengua y música. Animo a todos los intérpretes a dedicar una parte de su tiempo a escuchar y/o a hacer música y a disfrutar de este bálsamo para el alma.