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Monday, August 20, 2018

El intérprete… ¿invisible?

Por Cristina Amils, AIB


Hace un par de meses, topé con el blog de interpretación Translation Times y un artículo titulado “The Invisible Interpreter: We Haven’t Seen Her”. En este artículo, sus autoras (Judy y Dagmar Jenner) afirman no haber visto nunca a un/a intérprete invisible, a pesar de que muchos a menudo se refieren a nuestra profesión como una profesión invisible. Subrayan el papel crucial que desempeñan los intérpretes en ámbitos tan variados como conferencias internacionales, reuniones de negocios, juzgados, hospitales, zonas de guerra, cárceles, escuelas, etc. Al final del artículo nos emplazan a todos a dirigir el foco hacia los intérpretes, a reconocerles, apoyarles y darles visibilidad.

Este artículo y los hechos acaecidos en nuestra profesión últimamente me han dado que pensar y me han llevado a preguntarme si realmente los intérpretes somos invisibles, si es algo bueno o malo, si es inherente a nuestro trabajo y si hay algún motivo que justifique intentar cambiar esta situación. Reconozco que me resulta difícil encontrar una respuesta a todas estas preguntas.

La profesión del intérprete lleva consigo toda una serie de obligaciones y compromisos que podrían explicar parte de esta invisibilidad. Pongamos, por ejemplo, la obligación a la confidencialidad. Los intérpretes presenciamos conversaciones y situaciones que a menudo tienen lugar a puerta cerrada y que no están destinadas a oídos ajenos. Formamos parte del equipo de trabajo o de la delegación, pero en realidad es como si no estuviéramos. Excepto cuando alguien que no tiene acceso a la reunión de repente se acuerda de nosotros y nos saca de la penumbra. Estoy pensando en periodistas que alguna vez han probado suerte colocándose a la salida de la sala para interceptar y sacar información a algún colega… O bien, más recientemente, el partido de los Demócratas en EEUU que consideró que era una cuestión de seguridad nacional hacer comparecer a la intérprete ante el Congreso para saber exactamente de qué habían hablado los presidentes Trump y Putin en su tête à tête. Por primera vez en mucho tiempo, la figura del intérprete cobró visibilidad en los medios de comunicación y durante los últimos días de julio ganamos más popularidad que en decenas de años. Afortunadamente la cosa quedó en nada y la Asociación Internacional de Intérpretes de Conferencia (AIIC) dejó bien claro en su comunicado que el principio de la confidencialidad del intérprete debe ser inquebrantable y que estos no deben ser llamados a declarar.

Durante estos últimos meses, también hemos oído hablar de la intérprete que trabajó en la reunión entre Donald Trump y Kim Jong Un. Parece que tiene entretenidos a los medios de comunicación en Estados Unidos últimamente, tal como refleja este artículo de abc News.

También en el corazón de Europa los intérpretes hemos dado de qué hablar. Las protestas y huelgas de los intérpretes del Parlamento Europeo este verano han llamado la atención a la prensa. Los micrófonos se apagaron y se empezaron a oír las voces de los intérpretes fuera de las cabinas. Algunos de los clientes principales de los intérpretes, los eurodiputados, contribuyeron a dar visibilidad a las protestas que se organizaron a raíz del anunciado cambio en las condiciones de trabajo en el PE.

Podríamos decir que la poción mágica que nos hace invisibles ante la opinión pública ha perdido fuerza este verano…

De todos modos, el trabajo en cabina, en interpretación simultánea, es un trabajo entre bambalinas y cada vez lo será más con la interpretación a distancia. Dejaremos de estar presentes en la sala de reuniones y ya solo se oirán nuestras voces. Bueno, de hecho esto tampoco será una gran novedad porque hace ya años que algunos clientes prefieren sacar las cabinas de la sala principal, sobre todo en las presentaciones de productos varios. Reconozco que nuestros pequeños habitáculos no siempre resultan muy estéticos ;-)

Sin embargo, creo que la invisibilidad cuenta con una excepción importante en nuestro trabajo, que no siempre valoramos en su justa medida. Cuando trabajamos en consecutiva o en enlace, somos muy visibles, mucho más de lo que nos gustaría a veces. Ahí se nos concede el derecho a convertirnos en personas de carne y hueso, a las que hay que escuchar y a las que hay que dirigirse para hacerse entender. Personas que salen de las cabinas y se “materializan” para abrirse paso a codazos entre los agentes de seguridad que custodian a algún personaje ilustre. Ahí es cuando no nos queda más remedio que dar la cara e intentar seguir demostrando que somos actores neutrales, profesionales que desempeñamos nuestro trabajo lo mejor que podemos. Tenemos que dejar claro a las dos partes que no defendemos ni atacamos a nadie y que las palabras que salen de nuestra boca en realidad no son nuestras. Ahí es cuando nos gustaría volver a ser invisibles… Pero ya se sabe que en la vida no se puede tener todo y considero que nos viene muy bien el contacto humano de vez en cuando. Nos ayuda a todos, clientes e intérpretes, a situarnos en la realidad y a conocernos un poquito más. Al fin y al cabo, no somos autómatas, sino que somos personas que hacen posible la comunicación entre lenguas y culturas distintas. Y realmente no somos invisibles.

Para muestra, un botón. Os dejo con un pequeño video muy instructivo sobre qué hacemos en nuestra profesión, concretamente en interpretación simultánea, gentileza de Ewandro Magalhaes en TED-Ed