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Monday, November 26, 2018

El contexto y la falta que nos hace

Por Fernando González, AIB

A lo largo de mi dilatada experiencia como intérprete intentando desentrañar y descifrar el arcano significado de mensajes abstrusos, me he preguntado a menudo dónde reside la dificultad a la hora de interpretar.

En función de a qué colega le pregunte uno, la respuesta varía, pero impepinablemente se mencionan los siguientes factores:
  • La velocidad del orador
  • El (mal) acento/pronunciación
  • Los discursos muy técnicos y especializados 
  • Las malas condiciones acústicas
  • El cansancio acumulado (del intérprete)
Tras mucha cavilación he llegado a la conclusión de que además de los mencionados factores —o quizás por encima de todos ellos— el contexto (o su ausencia) es fuente de gran dificultad a la hora de comprender a un orador.

El concepto de alto y bajo contexto lo introdujo el antropólogo Edward T. Hall en su libro "Beyond Culture" y se refiere a la manera en que se comunican las diferentes culturas. En culturas de alto contexto, la comunicación es mayoritariamente implícita. Es decir, el contexto y las relaciones son más importantes que las mismas palabras. Pocas palabras, por ende, son suficientes. En culturas de bajo contexto, por el contrario, el mensaje se comunica casi enteramente por medio de palabras, que, por consiguiente, tienen que ser explícitas. Alto y bajo contexto deben considerarse como un continuo, como se refleja en el siguiente diagrama:
Para entender cómo ocurre esto, hay que entender cómo se procesa la comunicación. Hall lo explica así:

"There is information transferred in and out which I will call 'A'. Plus there is information that is stored in the system that we will call 'B'. It takes these two to make meaning. It takes both the information that is transferred in and out and the stored information, the information in the context, to make meaning".

Así pues, la información interna que usamos para interpretar y entender las cosas se denomina B, mientras que el mensaje en sí se denomina A. Las culturas de alto contexto se basan en las tradiciones, unas relaciones personales muy profundas y una jerarquía asentada. Tienen, pues, mucho más B.

Las culturas de bajo contexto no cuentan con la misma profundidad de tradiciones y las relaciones son más someras, más a corto plazo y requieren, por consiguiente, mucho más A.

Dicho de otro modo: la información principal en culturas de alto contexto se encuentra o bien en el contexto físico o bien es interiorizado por la persona. Una comunicación de bajo contexto es justo lo contrario: lo principal de la información se encuentra en el código explícito.

Otro aspecto relacionado es la percepción del tiempo. Las culturas de alto contexto tienen por lo general una percepción policrónica del tiempo mientras que las culturas de bajo contexto tienen una percepción monocrónica.

La gente monocrónica ve el tiempo como tangible y secuencial: puede almacenarse, gastarse, etc. Sus citas son muy precisas y las cumplen a rajatabla y se centran en una tarea a la vez. La gente policrónica ven el tiempo como fluido. La puntualidad y el orden no son tan importantes y las citas son menos estrictas u más bien indicativas. Por otra parte los policrónicos trabajan con múltiples tareas al mismo tiempo. Cambiando de una a la otra tarea.

La moraleja de todo lo expuesto es muy importante: una persona de una cultura de bajo contexto podría comportarse en un modo que una cultura de alto contexto podría considerar ignorante, maleducado o torpe. Por ejemplo, haciendo muchas preguntas (insinuando que no entiende el significado sin las preguntas), actuando de un modo poco contemporizador, sin encajar en la dinámica de grupo, incapaz de realizar más de una tarea al mismo tiempo.

Por el contrario, una persona de alto contexto podría pasar por chapucera, poco comunicativa, impuntual e incapaz de cumplir lo planificado, incluso incompetente por la incapacidad de trabajar solo.

Se estima que el 70% del mundo es de alto contexto. Ejemplos de países  de alto contexto son: Japón, China y casi todos los países árabes. Ejemplos de culturas de bajo contexto son los países escandinavos, Alemania y los EEUU.

A modo de ejemplo, me hago eco de una anécdota que me relató mi hijo sobre su trabajo como "Financial Risk Manager" KPMG, unas de las mayores empresas consultoras del mundo. A menudo los equipos de trabajo están compuestos por personas de varias nacionalidades. En una ocasión oyó a un colega británico despotricar de los colegas franceses por su poca formalidad, impuntualidad y falta de preparación. Cuál no sería su sorpresa cuando al poco tiempo un colega indio se despachó a gusto con los mismos colegas franceses acusándoles de cuadriculados, excesivamente formales e incapaces de improvisar soluciones. ¿Tenía razón el colega británico o el indio? Probablemente ambos, cada uno desde el punto de vista de su propia cultura.

Pero volvamos al tema que nos ocupa: la dificultad añadida a la hora de interpretar cuando el mensaje es de alto contexto. Esta suele ser la pesadilla del intérprete free-lance que es contratado por el Parlamento Europeo con una relativa frecuencia pero no la suficiente como para captar todas las insinuaciones, indirectas, alusiones y ambigüedades que se pueden llegar a oír en una reunión. Así, si uno oye decir a un diputado: "The plan is dead, Donald said it". Lo más probable es que nos limitemos a traducir literalmente por: "El plan ha muerto, lo ha dicho Donald". Aunque en el momento de pronunciar las palabras, nos asalte la duda de si ese Donald es Trump o Tusk (tras rápidamente descartar al pato Donald) y si el plan es el de construir un muro entre EEUU y México o algún otro plan loco de los de Trump o es el plan Chequers de Theresa May.

Un ejemplo más chocarrero y prosaico lo escuché hace poco, por boca de un funcionario de la administración española que estaba siendo auditado por un equipo de la CE. En respuesta a una pregunta bastante directa del auditor alemán, tipo: "¿Qué itinerario nos aconsejan ustedes habida cuenta de la distancia y las explotaciones a inspeccionar?" el funcionario español respondió: "Si eso… usted verá" y se quedó tan pancho. No se me ocurre una frase más "high context" que esa: ni un ápice de información contenida en las palabras pronunciadas, pero sí un mundo de información imaginable en la socarronería mezclada con una pizca de frustración de la frasecita de marras.

Precisamente por esa falta de contexto al que a menudo nos enfrentamos, yo —si me dan a elegir— prefiero aquellos mensajes en que toda  —absolutamente toda— la información está en las palabras pronunciadas. Pondré, a modo de conclusión, una frase real escuchada en un trabajo reciente:

"Chemical management of Phthorimaea operculella is challenging because of the cryptic behavior of larvae and pupae and because this insect has developed resistance to many traditional organophosphate, carbamate, and pyrethroid insecticides".

Ahí yacen, expuestas, despojadas de trampa y cartón, las palabras que uno necesita para transmitir el mensaje al idioma de destino. Ninguna indirecta ni insinuación ni ambigüedad, más que la mera descripción entomológica de unos fehacientes hechos científicos. Ahí es nada.

Lecturas recomendadas:

Edward T. Hall, Beyond Culture, Anchor Books, 1977, p. 91-131

Sorrels, K., (1998) "On The Past and Future of Intercultural Relations Study, Gifts of Wisdom: An Interview with Dr. Edward T. Hall", accessed 10 February 2013 from: http://people.umass.edu/~leda/comm494r/The%20Edge%20Interview%20Hall.htm

Tung, R. (1995), International Organizational Behaviour, Luthans Virtual OB McGraw-Hill, pp 487-518

Enlaces de interés:

https://youtu.be/qKViQSnW-UA
https://study.com/academy/lesson/high-context-culture-definition-examples-quiz.html
http://cascadebusnews.com/business-tips/networking/154-high-context-a-low-context-cultures