Por Cristina Amils, AIB
En estos momentos en que parece que el mundo ha dejado de girar, en que intentamos ubicarnos en medio de la incertidumbre más absoluta, en que no sabemos qué aspecto tendrá el mundo cuando podamos volver a salir a la calle, en que el futuro parece que se ha diluido...
En estos momentos no encontramos las palabras adecuadas para llenar este espacio y cualquier tema relacionado con nuestro trabajo nos parece fútil.
Pero sabemos que algún día también esta crisis formará parte de nuestro pasado y por eso es importante seguir con la mirada puesta en el futuro y no rendirnos nunca.
Dedicado a los pacientes, sus familias y, sobre todo, al personal sanitario, que trabaja sin cese y día tras día resiste el embate del COVID-19.
A callarse
Ahora contaremos doce
y nos quedamos todos quietos.
Por una vez sobre la tierra
no hablemos en ningún idioma,
por un segundo detengámonos,
no movamos tanto los brazos.
Sería un minuto fragante,
sin prisa, sin locomotoras,
todos estaríamos juntos
en una inquietud instantánea.
Los pescadores del mar frío
no harían daño a las ballenas
y el trabajador de la sal
miraría sus manos rotas.
Los que preparan guerras verdes,
guerras de gas, guerras de fuego,
victorias sin sobrevivientes,
se pondrían un traje puro
y andarían con sus hermanos
por la sombra, sin hacer nada.
No se confunda lo que quiero
con la inacción definitiva:
la vida es sólo lo que se hace,
no quiero nada con la muerte.
Si no pudimos ser unánimes
moviendo tanto nuestras vidas,
tal vez no hacer nada una vez,
tal vez un gran silencio pueda
interrumpir esta tristeza,
este no entendernos jamás
y amenazarnos con la muerte,
tal vez la tierra nos enseñe
cuando todo parece muerto
y luego todo estaba vivo.
Ahora contaré hasta doce
y tú te callas y me voy.
Pablo Neruda