Miro indolentemente a través de los ventanales de la alargada
sala en la que se reúne el SMP/PriMS de AIIC (¡vaya sopa de letras!) y contemplo a los
paseantes, patinadores, ciclistas y deportistas en general disfrutando de una
radiante mañana de enero con 17º de temperatura en un majestuoso y dominical
Paseo del Prado cortado al tráfico.
–Hey! You’re daydreaming,
aren’t you?
Mi colega y vecina de asiento, Andrea, me saca de la ensoñación
y caigo en la cuenta (tiene razón) de que mi imaginación había volado a mil
leguas. Salgo de la sala en busca de un espresso doble –what else?– a
ver si me espabilo un poco. Regreso a la sala con la taza en la mano y empiezo
a escuchar esta vez, en lugar de limitarme a oír
como anteriormente.
Resulta que hay un comité de AIIC que se llama “Sector
Mercado Privado”, cuyos miembros –para
gran suerte de los intérpretes de la “Región” España– han decidido reunirse en
nuestra ciudad. Digo suerte porque el hecho de que se reúnan en Madrid nos
permite asistir (por primera vez en mi caso) y participar de sus deliberaciones.
Ya me pasé por el Hotel Nacional el viernes por la
tarde/noche. Ese día tuvo lugar una sesión de
formación sobre estrategias de ventas impartida por uno de esos ejecutivos que
durante una época se dieron en llamar ofensivamente “agresivos”. Por desgracia cuando
me quise apuntar para ese curso ya no quedaban plazas. Así que me limité a
asistir a la posterior cata de vinos (para eso no había cupos). La cata fue muy
ilustrativa y espero que convenciera a los colegas extranjeros de que el buen
vino español no sólo viene de la Rioja o de la Ribera del Duero, sino que en la
Comunidad de Madrid también tenemos excelentes caldos.
El orden del día de ambas jornadas
incluía temas de gran interés para todos, como:
·
El modelo de
negocio de la profesión
·
La situación del
mercado en España
·
Estadísticas de
AIIC
·
Normas
profesionales: ¿Adaptarse para sobrevivir?
·
Informes de
diferentes grupos/comités.
Si me preguntaran qué es lo que más
me gustó de estos dos días de reunión, contestaría que poder poner cara a los
apellidos oídos en innumerables ocasiones y leídos en centenares de informes o
actas y saludar a tantísimos colegas a los que no veía desde hacía
mucho tiempo. De hecho, en este tipo de encuentros multitudinarios es cuando
mejor se entiende la teoría de la relatividad, porque los mismos treinta
minutos que puede durar la interpretación en cabina de una presentación PowerPoint
de resultados económicos y que te parecen que duran como una vida entera, la
pausa-café –de idéntica duración– transcurren ante ti como un rebobinado de
cinta y pronto te das cuenta de que cuando has saludado
sólo a dos de los veinte colegas que querías saludar, alguien de repente
empieza a golpear un vaso con una cucharilla cual toque de corneta de ¡ALINEARSE,
AR!
Un
aspecto que me llama la atención en estas dos jornadas de trabajo es la
desenvoltura con la que la muchos colegas manejan términos y acrónimos que a mí
se me antojan aún un pelín arcanos, como (Advisory Board, Comité Ejecutivo, Disciplinary and Disputes Committee, etc.)
La
sesión dominical termina con una presentación sobre la interpretación de
signos. Algo novedoso para la mayoría de los colegas, que probablemente han
tenido poco contacto con ese otro tipo de interpretación. Los que tuvimos la
suerte de trabajar en el Forum de las Culturas de Barcelona 2004, sin embargo,
vivimos muy de cerca una situación de simbiosis natural entre ambos tipos de
interpretación, puesto que las intérpretes de signos dependían de nuestra
prestación para, a su vez, poder trabajar cuando en la sala se hablaba otra
cosa que no fuera castellano. Eso las convertía habitualmente en las clientas
más agradecidas, sobre todo cuando –conscientes de que nos escuchaban–pronunciábamos
con especial esmero los nombres extranjeros, para facilitares la vida a la hora
de deletrearlos cumplidamente.
En
resumidas cuentas, la reunión del sector privado ha sido muy enriquecedora,
aunque no se hable sólo del sector privado y espero poder acudir a futuras
ediciones.