Por Lourdes Ramírez, AIB
En un reciente viaje a Santander visité el Palacio de la Magdalena, situado en la península del mismo nombre. Dos excelentes guías turísticos nos explicaron su peculiar historia: construido entre 1909 y 1911, fue costeado por el Ayuntamiento, por muchos ciudadanos corrientes a través del micro-mecenazgo y por empresarios o familias importantes como los Botín. La ciudad de Santander lo entregó como regalo personal al Rey Alfonso XIII, que no a la Casa Real. Por ese motivo, para recuperarlo muchos años después (en 1977), la ciudad tuvo que comprarlo a su heredero Juan de Borbón por un precio infinitamente superior a lo que había costado en su día. Desde 1913 y durante 17 años, la familia real lo utilizó como residencia estival hasta que se proclamó la República.
Desde 1932 (con interrupciones por la Guerra Civil y otros avatares) alberga los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), en los que participaron desde el principio intelectuales tan destacados como Miguel de Unamuno o Federico García Lorca. Actualmente es además un espacio polivalente de gestión municipal donde se celebran eventos de todo tipo, desde bodas civiles a congresos y cumbres internacionales, pasando por conciertos, exposiciones de arte, festivales de danza y de teatro, etc.
Realmente se trata de un espacio único por dentro y por fuera. En el exterior, la arquitectura es de estilo ecléctico con un cierto aire inglés en honor a su anfitriona, la Reina Victoria Eugenia de Battenberg. Al alzarse al borde de una península está prácticamente rodeado de mar y acantilados, además de por un espléndido parque. El entorno es de una belleza que quita el aliento. Desde el interior también se puede disfrutar de vistas espectaculares al Mar Cantábrico y a los frondosos jardines desde casi cada rincón. Cabe imaginar que quizás esa imponente belleza natural que envuelve todo el lugar le alegrara la vista a la Reina en sus paseos por los alrededores - ella que fue tan desgraciada en su matrimonio-. Por dentro, lo que hace tan especial a esta sede para eventos es que el palacio conserva en parte ese encanto de lo que fuera una residencia familiar veraniega. Los actuales espacios para reuniones de la planta baja, de diferentes dimensiones y estilos, se intercalan con antiguas estancias de uso personal de la familia real conservadas más o menos intactas en su decoración, como el Salón de Audiencias donde recibía el Rey, el Salón de Familia, donde la Reina tomaba el té y hacía la siesta, o el gran Salón de Baile, ahora completamente vacío. Por doquier vamos encontrando objetos personales de la familia real - cuadros, fotos, libros, trofeos y hasta un mantón de Manila - que nos recuerdan que aquí pasó 17 veranos una familia muy poco común.
La sala principal para conferencias es el antiguo Comedor de Gala y está equipada con 2 cabinas fijas de interpretación integradas en el mismo espacio que tienen una particularidad: el cristal frontal es un espejo del lado de la sala, lo cual las hace invisibles para los delegados (mientras que los intérpretes ven perfectamente todo lo que ocurre en el transcurso del acto).
Para saber más: https://palaciomagdalena.com/historia
1 comment:
Me encanta la curiosidad del cristal/espejo de las cabinas de interpretación, ¡no tenía ni idea!
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