Por Mireia Bas, AIB
Marshall Rosenberg, doctor en Psicología, dedicó varias décadas de su vida a estudiar la relación entre lenguaje y violencia, desde sus experiencias como mediador en todo tipo de conflictos. De ahí surgió la Comunicación NoViolenta (CNV), un enfoque práctico que promueve la acción y no solo la reflexión. La CNV no es una propuesta de expresión políticamente correcta o que nos invite a reprimir nuestro enfado y conformarnos para evitar los conflictos. Muy al contrario, nos invita a dar espacio al conflicto empezando por escucharnos plenamente.
Es un placer para mí presentar el artículo preparado para nuestro blog por mi admirada Noelia Jiménez, colega traductora y formadora certificada por el Center for Nonviolent Communication.
Mireia Bas Baslé
COMUNICACIÓN NO VIOLENTA: LAS NECESIDADES HUMANAS COMO PUENTE ENTRE PERSONAS
Existe la creencia de que las necesidades son algo malo y las personas no deberíamos necesitar nada. Y, en todo caso, si necesitamos algo, mejor que no se note mucho. Esto sucede cuando consideramos las necesidades como carencias.
Hay otra manera de entender las necesidades, bajo el prisma de la Comunicación NoViolenta (CNV), que las considera motor de vida ya que nos impulsan a actuar para lograr más bienestar. La premisa es que todo lo que hacemos, lo hacemos para cubrir necesidades (consciente o inconscientemente) y que nuestros sentimientos y emociones nos ponen en la pista de lo que necesitamos en cada momento.
Si tengo sentimientos desagradables o incómodos, es porque alguna necesidad mía no está cubierta. Si tengo sentimientos agradables, es porque alguna necesidad muy importante para mí en este momento sí está cubierta. Darme cuenta de esto me ayuda a orientar mis acciones hacia donde pueden ser más efectivas.
¿Y qué tiene que ver esto con la comunicación y con la violencia?
Marshall Rosenberg, doctor en Psicología y creador de la CNV, dedicó varias décadas de su vida a estudiar la relación entre lenguaje y violencia, desde sus experiencias como mediador en todo tipo de conflictos. Y descubrió que, cuando se llegaban a identificar las necesidades en juego, la mayoría de los conflictos se resolvían con relativa facilidad.
El problema: confundimos constantemente necesidades con cosas que no lo son. Por ejemplo, con lo que en Comunicación NoViolenta llamamos estrategias (es decir, las cosas concretas que hacemos para cubrir necesidades). Nos aferramos a opciones concretas sin entender cuáles son las necesidades de base y eso genera rigidez y entorpece el entendimiento mutuo y la resolución de conflictos.
Cuando detectamos cuáles son las necesidades básicas en juego, es más fácil comprender a la otra persona (lo que le mueve a actuar como actúa; lo que le gustaría lograr en el fondo) y también hacernos entender, comunicando nuestras motivaciones y anhelos.
El enfoque de la Comunicación NoViolenta no es, como algunas personas creen, una propuesta de expresión políticamente correcta o que nos invite a reprimir nuestro enfado y conformarnos para evitar los conflictos. Muy al contrario, nos invita a dar espacio al conflicto empezando por escucharnos plenamente: no solo nuestra charla mental, sino también nuestras necesidades y motivaciones más profundas. Desde ahí, se pueden tender puentes de entendimiento que nos permitan vernos como seres humanos y colaborar para encontrar soluciones que sirvan para todas las partes.
La Comunicación NoViolenta nos ofrece modelos y procesos desarrollados teniendo en cuenta qué elementos favorecen el acercamiento y la conexión y qué otros promueven la separación y las actitudes defensivas y de ataque. En cuanto a esto último, algunos de los elementos identificados por Rosenberg son la exigencia, la crítica, la comparación, buscar culpables, negar responsabilidad, minimizar la experiencia de la otra persona, tratar de corregirla, luchar por tener la razón y servirse de premios y castigos para motivar los comportamientos deseados.
Y si todo esto, que tenemos perfectamente interiorizado, entorpece el entendimiento entre personas y dificulta la resolución pacífica y constructiva de conflictos, ¿qué alternativa tenemos?
Rosenberg nos invita a poner el foco en cuatro componentes de nuestra comunicación: la observación, los sentimientos, las necesidades y la petición.
Observar requiere que entrenemos una mirada menos condicionada por nuestros juicios e interpretaciones. La invitación no es a reprimirlos sino a apartarlos por un momento y llevar la atención a los hechos concretos, la realidad observable en una situación determinada. ¿Qué ha sucedido que ha detonado el desencuentro?
Una mirada más neutra en este sentido nos ayuda, por un lado, a no azuzar nuestros propios sentimientos (de rabia o frustración, por ejemplo) con un diálogo interno basado en la crítica y el juicio. Y, por otro lado, cuando hablamos con la otra persona, nombrar hechos observables en lugar de juicios, críticas y acusaciones puede ayudar a evitar que se cierre y se ponga a la defensiva de inmediato.
En cuanto a los sentimientos, ya lo he mencionado antes: son mensajeros de nuestras necesidades y, por lo tanto, la propuesta es dar espacio a nuestro sentir, entender que cada emoción y sensación tiene su función y preguntarnos: ¿de qué necesidades me está hablando esto que siento? ¿Qué me gustaría que estuviera presente en esta situación y no lo está? ¿Respeto, consideración, reconocimiento…? ¿Empatía, colaboración, libertad…? ¿Seguridad, pertenencia, inclusión…?
Una vez identificadas las necesidades se abre la lluvia de ideas para encontrar estrategias (peticiones, propuestas, decisiones…) que permitan que las necesidades de las partes se cubran. Entramos en un espacio creativo y flexible porque nos podemos desapegar de nuestras preferencias concretas con la tranquilidad de que nuestras necesidades serán tomadas en cuenta. Por suerte, hay innumerables formas de atender una misma necesidad.
La Comunicación NoViolenta también nos ayuda mucho a tomar decisiones sobre nuestra vida, no solo en el marco de un conflicto con otra persona. A orientarnos hacia lo que más nos importa en cada momento (nuestras necesidades, anhelos y motivaciones profundas) sin desentendernos de lo que también es importante para las personas que nos rodean. Todas nuestras acciones tienen un impacto y se nos invita a tenerlo en cuenta a la hora de expresarnos y actuar, sin que eso signifique renunciar a nuestras necesidades y a nuestra autenticidad.
Me gusta sintetizar diciendo que la Comunicación NoViolenta es una combinación equilibrada de asertividad y empatía. Asertividad, en el sentido de entender de verdad qué quiero, expresarme de forma clara y honesta, pedir lo que contribuye a mi bienestar y decir no o marcar mis límites cuando sea necesario. Empatía, en el sentido de mantener una perspectiva abierta a las necesidades de la otra persona, validando su experiencia sea cual sea, entendiendo que es un ser humano que hace lo que hace con la intención de cubrir necesidades suyas, sin que eso signifique justificar sus acciones ni conformarme con lo que no me hace bien.
Es un camino de encuentro con una misma y con las demás, de autoconocimiento y de comprensión, de conciencia y de elección. Y a la vez un enfoque práctico que promueve la acción y no solo la reflexión. Para mí ha supuesto un gran regalo y estoy convencida de que tiene mucho que aportar a cualquier persona que quiera conocerse mejor, desarrollar habilidades de comunicación y contribuir a un cambio global en la forma de relacionarnos, que nos acerque a un mundo más pacífico donde las necesidades de todas las personas sean tenidas en cuenta.
Noelia Jiménez es formadora certificada por el Center for Nonviolent Communication y traductora especializada en Comunicación NoViolenta.