Los inicios en la profesión de intérprete de los miembros de AIB se asemejan como gotas de agua:
• Jóvenes (estamos hablando de la década de los ’80).
• Licenciados en cualquier disciplina universitaria pero con un amplio bagaje lingüístico.
• Formados a cargo de alguna institución europea debido a la alarmante escasez de intérpretes españoles cuando España entró en la CEE (a los más jóvenes les chocarán estas siglas).
• Tras una formación más o menos acelerada, la mayoría empezamos a trabajar como intérpretes de plantilla en reuniones de alto nivel de la Comisión, Consejo o Parlamento prácticamente al día siguiente de aprobar el último test eliminatorio de nuestra formación.
Tras pasar unos años trabajando en Bruselas decidimos volver a España y abrirnos un hueco en el proceloso mundillo del “freelancismo”.
Fue entonces cuando descubrimos múltiples diferencias con respecto al entorno laboral en el que hasta entonces nos habíamos movido:
• De repente el tamaño de las cabinas menguó abruptamente. Las amplias y luminosas cabinas de Bruselas con butacas reclinables y termostato individual se transformaron una versión un poco más lumpen. Al conocer por primera vez las cabinas portátiles del mercado privado uno no puede evitar de pensar que se ha ido a vivir a una endeble chabola de contrachapado en la que apenas caben dos sillas, mal iluminada, mal insonorizada y mal ventilada.
Y como una imagen vale más que mil palabras, adjunto una foto extraída de un folleto publicitario de una empresa de sonorización. El propósito de la empresa es impresionarnos con la calidad de su equipo, pero cualquier intérprete que vea eso y piense que tiene que pasar siete horas ahí metido se deprime poco a poco. Menos mal que hay muchas otras empresas que trabajan en otras condiciones, con cabinas normalizadas.
• La presencia de un técnico de sonido flanqueando las cabinas se hace mucho más necesaria en el mercado privado y se acude a él con relativa frecuencia, generalmente para quejarse uno de la mala calidad del sonido. Atrás quedaron las salas de reuniones de Bruselas, con sistemas que no permiten que haya más de un micro encendido al mismo tiempo. Bienvenidos al mundo de decenas de micros abiertos y de las interferencias y ruidos parásitos…
• Todo eso tiene que ver con los arcanos conceptos de “infrarrojos” o “ultrasonido”, que no entraré a valorar aquí porque no toca (quizás en otra ocasión lo haga) pero baste decir que son los sistemas inalámbricos de sonorización de las salas cuando todo es de quita y pon. Huelga decir que en las salas de congresos y reuniones diseñadas a tal fin, el sonido no viaja por el aire sino por cable. La diferencia del sonido entre ambos sistemas es como la que hay entre una sinfonía reproducida por un equipo de alta fidelidad o por un comediscos.
• A diferencia de lo que ocurría en Bruselas, donde a veces no llegas ni a conocer a las personas que te asignan a las reuniones, en el mercado privado rápidamente descubre uno la pleitesía. Tarde o temprano te llega ese momento incómodo cuando al final de un congreso en el que ha habido abundante contratación de intérpretes, recibes la visita de algún solícito colega en plena acción de cuestación que pide amablemente tu parte del óbolo para el intérprete organizador.
• Uno descubre el concepto de “moverse”. Cuando uno da sus primeros y tímidos pasos en el desconocido mundo de los free-lance, suele oír el mismo consejo por parte de los colegas más veteranos: “tienes que moverte”. En los tiempos que corren ya se sabe que un alto componente del desempeño de todo autónomo son las RRPP. Pero esa noción hace años se solía describir con esa absurda expresión “moverse”, pero nadie conseguía darme ejemplos concretos de por dónde tenía que moverme o qué tipo de “movimientos” tenía que efectuar. Creo que un consejo que me dieron al cabo de los años era mucho más efectivo por describir mejor el tipo de acción: “Ve a buscar clientes porque ellos no te van a buscar a ti”.
Todo lo antedicho se refiere a trabajos del mercado privado, puesto que obviamente, cuando nuestro cliente es el Parlamento Europeo o la Comisión, no hay diferencia alguna entre un free-lance o un funcionario, puesto que trabajamos codo con codo y en las mismas condiciones
Paradójicamente, y a pesar de todas estos inconvenientes y de que algunas veces parece que además de las consustancial dificultad de nuestro oficio, uno tiene que luchar también contra los elementos creo que todos coincidimos en preferir la modalidad free-lance de la profesión.
¿Estamos locos o somos masoquistas?
No. Evidentemente, no todo son dificultades y agobios, en la viña del Señor. A veces también los trabajos que nos ofrecen incluyen muchas recompensas. Sobre todo cuando el trabajo en cuestión nos permite trabajar fuera de esos cubículos claustrofóbicos y hacer cosas muy diferentes en campos muy diversos.
Si te llama una cadena de televisión para que vayas a interpretar en una rueda de prensa televisada y sabes que al llegar a los estudios vas a entrar directamente al locutorio de “traducción” (así se llama en televisión) y desde el momento en el que entras hasta el que sales no te van a ver más que contadísimas personas (que puede que también vayan en bermudas) es perfectamente lícito.
Por cierto, hablando de indumentaria, también es posible que tengas que trabajar de esta guisa. Concretamente si te hacen entrar en un matadero o una sala de despiece. En estos casos conviene acordarse de sacar la libreta del bolsillo interior de la chaqueta antes de ponerse el mono para evitar una incómoda operación de búsqueda en el fragor de la batalla.
Otra de las agradables sorpresas de algunos trabajos es poder volar en el jet privado del cliente que te ha contratado, como en este caso.
O estar trabajando en una rueda de prensa de un acto de promoción del Real Madrid y que Iker Casillas se ponga a hablar con Sara Carbonero justo delante de tu cabina (el reflejo en la cabeza de ella es del cristal de la cabina).
O que al finalizar una entrevista en televisión entre Iñaki Gabilondo y Roberto Saviano, ambos se interesen por el intérprete y le manden llamar para conocerle.
Pero, por encima de todo, una de las mayores satisfacciones es interpretar año tras año las ceremonias de los Globos de Oro y de los Oscar (este año de nuevo también los Emmy) para Canal Plus.
En resumidas cuentas: en ocasiones nuestro trabajo nos depara malos tragos, pero se olvidan enseguida debido a las formidables satisfacciones que nos brinda.
No comments:
Post a Comment